dc.description.abstract | Nos encontramos, sin duda, en un momento histórico propicio para el impulso
de la economía social (ESǼ. Esta airmación pudiera parecer, para algunos, sumamente
optimista pues son muchos los años en los que se ha luchado para implementar
la economía social y solidaria (ESS). Desde Rochdale en 1844, las primeras
cooperativas en México, impulsadas por la Iglesia católica en 1902; desde
Owen, Fourier y Raifeisen o el Papa León XIII con la encíclica Rerum Novarum.
Sin embargo, sostengo lo airmado al inicio. Por un lado, el sistema capitalista
no ha creado los empleos suicientes requeridos y, lo que es aún peor, las
inequidades, en muchos casos, han aumentado. La crisis mundial de 2008-2009
fue una muestra palpable del fracaso del “capitalismo salvaje”. Cuando no se
considera a la persona humana como centro de toda actividad económica, esas
son las consecuencias. La crisis del año 2009 no sólo fue una falla de los llamados
“derivados” y la falta de reglamentación, sino fue producida por un problema
de fondo: la falta de ética de quienes provocaron esta debacle; “la codicia, estupidez
y soberbia”, diría Phil Angelides, presidente de la comisión creada por el
Congreso americano para investigar la crisis. | |