dc.description.abstract | "SOLICITAR TESIS EN EL MOSTRADOR DE PRÉSTAMO A DOMICILIO" Hace algunos años, cuando trabajé como voluntaria durante unas vacaciones en el asilo regentado por una comunidad religiosa, para de paso hacerle alguna compañía a mi abuelo, me encariñé con una linda pareja de ancianos. Las monjas me advirtieron que la mayoría de viejitos sufrían de cierta demencia senil, y que no podía fiarme de lo que me dijeran; en efecto, en más de una ocasión, me tocó ver a varios viejitos cascarrabias armando alborotos porque decían que las monjas vertían veneno en su agua. Lejos de asustarme, estos delirios de persecución me sorprendían porque intuía que aún, en aquellos hombres y mujeres de avanzada edad, había una gran imaginación. Mi abuelo, por ejemplo, era un experto en tejer historias falsas según las cuales, yo resultaba culpable de robarme los discos de sus películas favoritas. A diferencia de los demás, aquella parejita de ancianos era a todas luces inofensiva. Me inspiraba ternura y simpatía. Siempre lucían alegres, y me pregunté si su alegría no obedecía a que también fuesen los únicos en practicar en el comedor del asilo, junto conmigo, el vegetarianismo. Ahora que lo pienso, sí, y por tal razón nos entendimos muy bien.
Un día, poco antes de terminar el verano, sintiendo muy próxima la muerte, aquellos viejitos colocaron sobre mis brazos una caja llena de hojas amarillentas, desgastadas y mal engrapadas. “Son nuestras memorias”, me dijeron. Cuando leí las páginas descubrí que no sólo eran de ellos; había un tercer montón de papeles que contenían la historia de su hija, muerta décadas antes de mi nacimiento. Creo que sus vidas merecen conocerse, así que, a continuación, las reproduzco con la mayor fidelidad posible… | es_MX |