La 4T bajo la lupa

Abstract

En tiempos de crisis de dimensiones civilizatorias, la urgencia de contar con respuestas pertinentes y adecuadas ha hecho evidente las múltiples limitaciones en la capacidad institucional instalada de los regímenes políticos contemporáneos, especialmente aquellos donde el desarrollo institucional democrático ha tenido un cauce interrumpido y accidentado. Hoy los regímenes democráticos enfrentan una crisis que obedece sí al agotamiento de la noción del Estado como gestor de las demandas sociales y como operario de la voluntad popular, pero también al vaciamiento de las oposiciones democráticas y los proyectos alternativos que presenten nuevos horizontes de acción política. En este contexto y frente a las complejidades globales, no habrá democracia que perdure sin un adecuado y necesario balance de pesos y contrapesos del sistema político que garantice los debidos límites al poder, el respeto irrestricto a los derechos humanos y el fortalecimiento de una cultura política dialógica y participativa en la atención del conflicto social. Precisar de un fortalecimiento democrático nos exige de una reflexión sobre la representatividad, calidad y efectividad de los contrapesos políticos existentes en nuestra coyuntura actual, evaluar el papel de las oposiciones como constructoras de alternativas políticas y analizar la potencia disruptiva y creativa de las resistencias sociales en nuestro país. En este sentido, hablar de oposición política y resistencia social en México no sólo debe remitirnos pretéritamente al prolongado y vacilante camino de democratización y pluralización política que vivió México desde el presidencialismo posrevolucionario, sino que, en perspectiva de actualidad y de posibilidad, nos ha de convocar al análisis de las disidencias políticas contemporáneas, las oportunidades e imposibilidades del cambio político y la viabilidad de proyectos alternativos de cara a un proceso electoral venidero que, a nadie escapa, se desarrollará dentro de un clima de polarización política.