El jardín de los ídolos
Abstract
En 1531, apenas diez años después de la caída de Tenochtitlán, se fundó la ciudad de Puebla
con el nombre original de Ciudad de los Ángeles. Conforme al paso del tiempo, la ciudad ha
mantenido en cierta medida el orden del plano original según el cual fue pensada; del mismo
modo, han permanecido muchos de sus edificios, tradiciones y estilo peculiar, por el que se le
ha nombrado reiteradamente “ciudad barroca”, hasta convertir esta definición casi en un lema
turístico. Es verdad que Puebla es una ciudad barroca, pero lo barroco en América abarca una
cuestión amplia y compleja; por tanto, lo que me interesa conocer es ¿qué significa realmente
esa aseveración, al día de hoy, en este espacio urbano? ¿Mediante qué teoría y qué conceptos
puede seguir siendo denominada así? Y, por último, además de la arquitectura, el arte y la
gastronomía, ¿en qué otras manifestaciones podemos precisar los rasgos que permiten
nombrar a la ciudad así?
Para este análisis teórico con el que pretendo introducir el conjunto de ensayos
titulado El jardín de los ídolos, mi hipótesis es que la ciudad de Puebla es un ejemplo de la
denominada ciudad barroca, entendida como ese punto donde confluían lo que Ángel Rama
denominó la ciudad letrada y la ciudad real. Sin embargo, considero que otro rasgo
importante para su demostración, dado que aún lo podemos analizar, está en la escritura de
sus documentos reservados en distintos tipos de archivos históricos, así como en una lectura
profunda y personal de los relatos y significados inscritos en imágenes que a detalle se
pueden observar todavía en sus calles.
Como eje teórico central, he utilizado los conceptos de Ángel Rama formulados en
La ciudad letrada (1984) y que conciernen a la ciudad barroca: la ciudad ordenada, la ciudad
letrada y la ciudad escrituraria. Por otra parte, he tomado el concepto de lo barroco en
América, según fue esbozado por José Lezama Lima, como parte de un ensayo titulado “La
curiosidad barroca”, publicado en La expresión americana (2017) y como parte de toda una
teoría que transita constantemente a lo largo de su obra narrativa y ensayística. Además, he
considerado lo que Cristina Rivera Garza apunta en Los muertos indóciles (2013) acerca de
ciertas características que identifican a los documentos históricos, como la manifestación
escrita de un ensamblaje de distintas voces que se correlacionan y fraguan en colectivo. Por
último, mediante algunos fragmentos de los ensayos que he reunido en El jardín de los
ídolos, daré cuenta de cómo la ciudad de Puebla es un modelo de este tipo de ciudad, la
denominada por tanto barroca.
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