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dc.date.issued2016-03-16
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/20.500.11777/1787
dc.description.abstractNo acostumbro ver televisión abierta por voluntad propia. No soy del público que mira telenovelas o futbol, y afortunadamente mi pareja tampoco. Llego a ver dichos canales en las terminales de autobuses, algunos locales de comida y en ocasiones hasta en consultorios. Por lo general ignoro a voluntad si hay un receptor encendido con un canal de televisión abierta, pero en ocasiones miro los programas para enterarme de lo que están sintonizando las audiencias. También me percato de lo que ocurre en tal ámbito de rebote, en los reportes de portales de noticias, o en las redes sociales, a través de comentarios y memes. Soy de un sector que está cambiando sus consumos mediáticos desde la llegada de internet: hace casi un año cancelé mi suscripción de televisión por cable, porque mi consumo de programas televisivos se limita desde hace un tiempo a la programación de plataformas como Netflix.es_MX
dc.language.isoEspañoles_MX
dc.title(In)capacidades periodísticases_MX
dc.typeArtículoes_MX
dc.contributor.authorPinto Márquez, Gabriela
dc.date.accessioned2016-09-05T21:19:58Z
dc.date.available2016-09-05T21:19:58Z


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